La fotofobia, también conocida como sensibilidad a la luz, es un síntoma caracterizado por una intolerancia anormal a la luz. Esta condición puede afectar a personas de todas las edades y puede ser causada por una variedad de factores subyacentes. La fotofobia no es una enfermedad en sí misma, sino un síntoma que puede estar asociado con diversas afecciones médicas.
La fotofobia se manifiesta cuando la exposición a la luz, ya sea natural o artificial, provoca incomodidad, dolor o la necesidad de cerrar o entrecerrar los ojos. Las personas que padecen fotofobia pueden experimentar estos síntomas en diversos grados de severidad. En casos leves, la exposición a la luz brillante puede causar una ligera molestia, mientras que en casos más graves, incluso la luz ambiental normal puede ser intolerable.
Las causas de la fotofobia son variadas e incluyen tanto condiciones oculares como neurológicas. Entre las causas oculares más comunes se encuentran la uveítis, la queratitis, el glaucoma, las abrasiones corneales y el albinismo ocular. Las personas con migrañas también suelen experimentar fotofobia, ya que la luz puede exacerbar el dolor de cabeza. Otras condiciones neurológicas que pueden causar fotofobia incluyen meningitis, encefalitis y hemorragias subaracnoideas.
Además, ciertos medicamentos pueden inducir fotofobia como efecto secundario. Entre estos fármacos se incluyen algunos antibióticos, antidepresivos y medicamentos utilizados para tratar el acné. Los individuos que utilizan lentes de contacto también pueden experimentar fotofobia, especialmente si las lentes no están adecuadamente ajustadas o si hay una infección ocular subyacente.
El diagnóstico de la fotofobia generalmente implica una evaluación detallada de la historia clínica del paciente, así como un examen físico completo. Los médicos pueden utilizar diversas pruebas oculares para determinar la causa subyacente de la fotofobia. Estas pruebas pueden incluir un examen con lámpara de hendidura, pruebas de agudeza visual y dilatación pupilar. En algunos casos, puede ser necesario realizar estudios de imagen, como una tomografía computarizada (TC) o una resonancia magnética (RM), especialmente si se sospecha una causa neurológica.
El manejo de la fotofobia depende de la causa subyacente. En muchos casos, el tratamiento de la afección subyacente puede aliviar la sensibilidad a la luz. Mientras tanto, los pacientes pueden tomar medidas para minimizar la exposición a la luz brillante, como usar gafas de sol con protección ultravioleta, instalar cortinas oscuras en las ventanas y evitar la exposición directa a la luz solar.