La heparina es un medicamento anticoagulante que se utiliza para prevenir y tratar la formación de coágulos de sangre en el cuerpo. Es un polímero de ácido sulfúrico que se encuentra naturalmente en los tejidos de los mamíferos y se produce principalmente en los mastocitos, células del sistema inmunológico. Su función principal es inhibir la coagulación sanguínea al potenciar la acción de la antitrombina III, una proteína que inactiva varios factores de la coagulación, incluyendo la trombina y el factor Xa.
La heparina se administra comúnmente por vía intravenosa o subcutánea y se utiliza en diversas situaciones clínicas. Se emplea en el tratamiento de la trombosis venosa profunda (TVP) y la embolia pulmonar, condiciones en las que se forman coágulos de sangre en las venas profundas, generalmente de las piernas, y que pueden migrar hacia los pulmones. También se usa para prevenir la formación de coágulos en pacientes que están en reposo prolongado en cama, en cirugía mayor, especialmente en procedimientos ortopédicos y cardiacos, y en aquellos que requieren la circulación extracorpórea durante la cirugía cardiaca.
La heparina tiene una estructura química compleja compuesta por una mezcla de polisacáridos sulfatados con diferentes longitudes y grados de sulfatación. Existen dos tipos principales de heparina que se utilizan en la práctica clínica: la heparina no fraccionada (HNF) y las heparinas de bajo peso molecular (HBPM). La HNF es una mezcla de moléculas de diferentes tamaños y se administra generalmente por infusión intravenosa continua o inyección subcutánea. Su acción es inmediata y su dosificación requiere un monitoreo frecuente mediante pruebas de coagulación, como el tiempo de tromboplastina parcial activado (aPTT), debido a su variabilidad en la respuesta.
Por otro lado, las HBPM, como la enoxaparina y la dalteparina, son fragmentos más pequeños y homogéneos de heparina que tienen una acción más predecible y una mayor vida media, permitiendo una administración subcutánea una o dos veces al día sin necesidad de monitoreo frecuente. Estas se utilizan ampliamente en la prevención y tratamiento de la tromboembolia venosa, así como en el manejo del síndrome coronario agudo.
El uso de heparina puede asociarse con efectos adversos, siendo el más significativo el riesgo de hemorragia. Otras complicaciones incluyen la trombocitopenia inducida por heparina (TIH), una condición en la que el recuento de plaquetas disminuye drásticamente, lo que paradójicamente puede aumentar el riesgo de formación de coágulos. La monitorización adecuada y la individualización de la dosis son esenciales para minimizar estos riesgos.
En resumen, la heparina es un anticoagulante fundamental en la medicina moderna, utilizado tanto en la prevención como en el tratamiento de diversas condiciones tromboembólicas. Su administración debe ser cuidadosamente manejada para equilibrar su eficacia en la prevención de coágulos con el riesgo potencial de hemorragia.