El tromboembolismo pulmonar, también conocido como embolia pulmonar, es una condición médica grave que ocurre cuando una arteria en los pulmones se bloquea repentinamente, generalmente debido a un coágulo de sangre que se origina en otra parte del cuerpo, comúnmente en las piernas, y viaja a través del torrente sanguíneo hasta los pulmones. Este coágulo de sangre se conoce como trombo. Cuando un trombo se desprende y se desplaza a través del sistema circulatorio, se denomina émbolo.
El tromboembolismo pulmonar es una emergencia médica que requiere atención inmediata debido a su potencial de causar daños significativos al sistema cardiovascular y respiratorio, e incluso la muerte. La obstrucción de la arteria pulmonar impide que la sangre fluya adecuadamente a los pulmones, lo que reduce la oxigenación de la sangre y puede provocar daño a los tejidos pulmonares.
Los síntomas del tromboembolismo pulmonar varían en severidad y pueden incluir dificultad para respirar repentina e inexplicable, dolor en el pecho que puede empeorar con la respiración profunda, taquicardia, tos (que puede ser con esputo sanguinolento), sudoración excesiva, mareos y desmayos. En algunos casos, los síntomas pueden ser sutiles o inespecíficos, lo que dificulta el diagnóstico.
El diagnóstico de tromboembolismo pulmonar se basa en la combinación de la historia clínica, examen físico y pruebas diagnósticas específicas. Estas pruebas pueden incluir la medición de los niveles de dímero-D (un marcador de la presencia de coágulos en el cuerpo), la realización de una tomografía computarizada (TC) del tórax con angiografía, una gammagrafía de ventilación/perfusión pulmonar y, en algunos casos, una angiografía pulmonar invasiva.
El tromboembolismo pulmonar se clasifica en tres categorías según su gravedad: leve, moderado y grave. En los casos leves, el coágulo puede ser pequeño y no causar síntomas significativos o daños importantes. Los casos moderados pueden presentar síntomas más pronunciados y requieren tratamiento para prevenir complicaciones. Los casos graves, en los que la obstrucción es masiva, pueden llevar rápidamente a un fallo cardiovascular y respiratorio, y a una muerte súbita si no se trata de inmediato.
El riesgo de desarrollar tromboembolismo pulmonar aumenta en individuos con factores de riesgo específicos, como inmovilización prolongada (por ejemplo, después de una cirugía o durante viajes largos en avión o automóvil), antecedentes de trombosis venosa profunda (TVP), trastornos de la coagulación hereditarios, cáncer, y el uso de ciertos medicamentos como anticonceptivos orales o terapia de reemplazo hormonal. Otros factores de riesgo incluyen el embarazo, la obesidad, el tabaquismo y ciertas enfermedades crónicas como la insuficiencia cardíaca y las enfermedades respiratorias crónicas.
El tratamiento del tromboembolismo pulmonar se centra en disolver el coágulo y prevenir la formación de nuevos coágulos. Dependiendo de la gravedad del caso, las opciones de tratamiento pueden incluir el uso de anticoagulantes, trombolíticos y, en situaciones críticas, procedimientos quirúrgicos como la embolectomía pulmonar.