El electrocardiograma (ECG) es una prueba médica que registra la actividad eléctrica del corazón durante un período de tiempo. Esta prueba es fundamental en el diagnóstico de diversas afecciones cardíacas, como arritmias, infartos de miocardio y otras cardiopatías.
La actividad eléctrica del corazón se genera en el nódulo sinoauricular, situado en la aurícula derecha, y se propaga a través del sistema de conducción cardíaco. Esta actividad crea impulsos eléctricos que son captados por electrodos colocados en la piel del paciente. Los electrodos están conectados a una máquina de electrocardiograma que registra estos impulsos y los representa gráficamente en un papel milimetrado o en una pantalla digital.
Un electrocardiograma estándar consta de 12 derivaciones, cada una de las cuales proporciona una vista diferente de la actividad eléctrica del corazón. Estas derivaciones se dividen en tres categorías principales: derivaciones de las extremidades, derivaciones precordiales y derivaciones aumentadas. Las derivaciones de las extremidades incluyen DI, DII y DIII, mientras que las derivaciones precordiales son V1 a V6, y las derivaciones aumentadas son aVR, aVL y aVF. Cada una de estas derivaciones proporciona información específica sobre diferentes partes del corazón, lo que permite a los médicos detectar anomalías en distintas áreas del órgano.
El ECG se interpreta observando varias ondas y segmentos específicos. Las ondas P, QRS y T representan diferentes fases del ciclo cardíaco. La onda P corresponde a la despolarización auricular, el complejo QRS representa la despolarización ventricular y la onda T refleja la repolarización ventricular. Los segmentos entre estas ondas, como el segmento PR y el intervalo QT, también proporcionan información valiosa sobre la conducción eléctrica y la sincronización del corazón.
Las alteraciones en la forma, duración o amplitud de estas ondas y segmentos pueden indicar diversas patologías cardíacas. Por ejemplo, una elevación del segmento ST puede ser indicativa de un infarto agudo de miocardio, mientras que la prolongación del intervalo QT puede sugerir un riesgo de arritmias ventriculares.
Además de las 12 derivaciones estándar, existen otros tipos de electrocardiogramas, como el ECG de Holter y el ECG de esfuerzo. El primero registra la actividad cardíaca durante 24 horas o más, permitiendo detectar arritmias que pueden no ser evidentes en un ECG estándar. El segundo se realiza mientras el paciente realiza ejercicio físico, ayudando a diagnosticar enfermedades coronarias que solo se manifiestan bajo condiciones de esfuerzo.
En resumen, el electrocardiograma es una herramienta diagnóstica esencial en cardiología que permite evaluar la salud del corazón mediante el registro de su actividad eléctrica. Su correcta interpretación es clave para el diagnóstico y manejo de diversas afecciones cardíacas.