El término «tumor» se refiere a una masa o crecimiento anormal de células en el cuerpo. Este término proviene del latín «tumor», que significa hinchazón. Los tumores pueden desarrollarse en cualquier parte del cuerpo y se clasifican generalmente en dos tipos principales: benignos y malignos.
Los tumores benignos son aquellos que no son cancerosos. Estas masas celulares suelen crecer de manera lenta y no se diseminan a otras partes del cuerpo. Aunque generalmente no representan una amenaza grave para la salud, pueden causar problemas si presionan órganos vitales, nervios o vasos sanguíneos. Algunos ejemplos comunes de tumores benignos incluyen los lipomas (tumores grasos), los miomas (tumores musculares) y los adenomas (tumores glandulares).
Por otro lado, los tumores malignos son cancerosos y tienen la capacidad de invadir tejidos circundantes y diseminarse a otras partes del cuerpo a través del sistema linfático o el torrente sanguíneo, un proceso conocido como metástasis. Los tumores malignos se originan a partir de mutaciones genéticas en las células que provocan un crecimiento celular descontrolado. Este tipo de tumor puede poner en peligro la vida y requiere un tratamiento agresivo que puede incluir cirugía, radioterapia, quimioterapia y terapias dirigidas.
El desarrollo de un tumor suele estar asociado con múltiples factores de riesgo, incluidos los genéticos, ambientales y de estilo de vida. Factores como la exposición a radiaciones, sustancias químicas cancerígenas, el tabaquismo, una dieta poco saludable, la falta de ejercicio y ciertas infecciones virales pueden contribuir al desarrollo de tumores.
Los síntomas de un tumor varían considerablemente dependiendo de su ubicación y tamaño. Algunos tumores pueden ser asintomáticos en las etapas iniciales, mientras que otros pueden causar síntomas como dolor, hinchazón, fatiga, pérdida de peso inexplicada, y cambios en la piel o en las funciones corporales.
El diagnóstico de un tumor implica una combinación de técnicas, entre ellas, exámenes físicos, pruebas de imagen como la resonancia magnética (RM), la tomografía computarizada (TC) y las ecografías, así como biopsias para analizar las células tumorales bajo el microscopio. La identificación precisa del tipo de tumor es crucial para determinar el plan de tratamiento adecuado.
La investigación continua en el campo de la oncología busca comprender mejor los mecanismos de formación de tumores y desarrollar nuevos métodos de diagnóstico y tratamiento para mejorar los resultados en los pacientes. Aunque la detección temprana y los avances en las terapias han incrementado las tasas de supervivencia para muchos tipos de tumores, la prevención sigue siendo una pieza clave en la lucha contra el cáncer.