La ictericia es una condición médica que se caracteriza por la coloración amarillenta de la piel, las mucosas y la esclerótica (parte blanca del ojo). Este cambio de color se debe a un aumento en los niveles de bilirrubina en la sangre, una sustancia amarilla que se produce durante la descomposición normal de los glóbulos rojos. La bilirrubina es procesada por el hígado, que la excreta en la bilis. Sin embargo, cuando hay un exceso de bilirrubina o problemas en su procesamiento o eliminación, esta se acumula en el organismo, provocando la ictericia.
La ictericia puede ser clasificada en tres tipos principales según su origen: prehepática, hepática y posthepática. La ictericia prehepática se origina antes de que la bilirrubina llegue al hígado. Generalmente, es causada por una hemólisis excesiva, es decir, la destrucción acelerada de los glóbulos rojos, como ocurre en ciertas anemias hemolíticas. La ictericia hepática se debe a un problema en el propio hígado, que impide que este órgano procese adecuadamente la bilirrubina. Esto puede ser consecuencia de enfermedades hepáticas como la hepatitis, cirrosis o daño hepático debido al consumo excesivo de alcohol. La ictericia posthepática ocurre cuando hay un bloqueo en los conductos biliares que impide la excreción de bilirrubina. Este tipo de ictericia puede ser causado por cálculos biliares, tumores o inflamaciones que obstruyen el flujo de bilis.
Los síntomas de la ictericia varían dependiendo de la causa subyacente y de la cantidad de bilirrubina acumulada en el cuerpo. Además del característico color amarillento de la piel y los ojos, los pacientes pueden experimentar orina de color oscuro, heces de color claro, picazón en la piel, fatiga y dolor abdominal. En algunos casos, la ictericia puede estar acompañada de síntomas más graves, como fiebre, escalofríos o pérdida de peso, lo que indica una posible infección o malignidad.
El diagnóstico de la ictericia implica una combinación de historia clínica, examen físico y pruebas de laboratorio. Las pruebas de función hepática son esenciales para evaluar el estado del hígado y determinar si el origen de la ictericia es hepático. Además, se pueden realizar pruebas de imagen, como ecografías, tomografías computarizadas (TC) o resonancias magnéticas (RM), para identificar obstrucciones en los conductos biliares.
En cuanto al tratamiento, este depende de la causa subyacente de la ictericia. El manejo puede incluir desde la observación y medidas de apoyo, como la hidratación y el descanso, hasta intervenciones más específicas como la administración de medicamentos, procedimientos quirúrgicos para eliminar obstrucciones o tratamientos para la enfermedad hepática subyacente.
La ictericia es una manifestación clínica significativa que requiere una evaluación médica adecuada para determinar su causa y planificar el tratamiento adecuado. Es fundamental identificar y tratar la causa subyacente para prevenir complicaciones graves y mejorar la calidad de vida del paciente.