Los meniscos son estructuras cartilaginosas presentes en la articulación de la rodilla, desempeñando un papel crucial en la biomecánica y funcionalidad de esta articulación. La rodilla contiene dos meniscos: el menisco medial y el menisco lateral. Cada uno de estos meniscos tiene una forma de semiluna y se localiza entre los extremos del fémur y la tibia.
Estructura y Composición
Los meniscos están compuestos principalmente por fibrocartílago, un tipo de cartílago que combina fibras colágenas densas y una matriz rica en proteoglicanos. Esta composición les confiere una combinación de resistencia y elasticidad, permitiendo soportar y distribuir las cargas que actúan sobre la rodilla. Los meniscos presentan una zona periférica más vascularizada, conocida como la zona roja, que es más propensa a la cicatrización. La zona central, o zona blanca, es avascular y tiene una capacidad regenerativa limitada.
Funciones
Los meniscos desempeñan varias funciones esenciales en la articulación de la rodilla:
- Amortiguación: actúan como amortiguadores, absorbiendo el impacto que se genera durante actividades como caminar, correr o saltar.
- Estabilidad: contribuyen a la estabilidad de la rodilla al adaptar la superficie articular del fémur y la tibia, mejorando la congruencia articular.
- Distribución de la Carga: distribuyen las cargas de manera uniforme a lo largo de la articulación, reduciendo la presión sobre los extremos óseos y protegiendo el cartílago articular.
- Lubricación y Nutrición: facilitan la distribución del líquido sinovial, mejorando la lubricación y nutrición del cartílago articular.
Patologías Asociadas
Los meniscos pueden verse afectados por diversas patologías, siendo las más comunes las lesiones meniscales. Estas lesiones pueden ser de tipo degenerativo, debido al desgaste asociado con la edad, o traumáticas, resultantes de movimientos bruscos o giros repentinos de la rodilla. Las lesiones meniscales suelen clasificarse según su localización y tipo de desgarro, como desgarros radiales, longitudinales o en «asa de balde».
Diagnóstico y Evaluación
El diagnóstico de las lesiones meniscales se realiza a través de una combinación de historia clínica, examen físico y técnicas de imagen. Las pruebas de imagen más utilizadas son la resonancia magnética (RM) y la artroscopia, siendo esta última también una herramienta terapéutica.
Tratamiento
El abordaje terapéutico de las lesiones meniscales varía según la gravedad y la localización de la lesión. Puede incluir desde tratamientos conservadores, como fisioterapia y antiinflamatorios, hasta intervenciones quirúrgicas como la meniscectomía parcial o la reparación meniscal.