La psoriasis es una enfermedad crónica de la piel caracterizada por la aparición de manchas rojas, escamosas y engrosadas en diferentes partes del cuerpo. Esta condición es una de las enfermedades cutáneas más comunes y afecta aproximadamente al 2-3% de la población mundial. La psoriasis puede aparecer a cualquier edad, aunque es más frecuente su inicio en la adolescencia o en la adultez temprana.
La causa exacta de la psoriasis no se comprende completamente, pero se sabe que está relacionada con una disfunción del sistema inmunológico. En individuos con psoriasis, el sistema inmune ataca por error las células sanas de la piel, lo que provoca una producción acelerada de estas células. Normalmente, las células de la piel se regeneran cada 28-30 días, pero en la psoriasis, este proceso se acelera a 3-4 días. Esto resulta en una acumulación de células en la superficie de la piel, formando las características placas escamosas.
Existen varios tipos de psoriasis, siendo la más común la psoriasis en placas, que se manifiesta como parches elevados y enrojecidos cubiertos por una capa blanca o plateada de escamas. Otros tipos incluyen la psoriasis guttata, que se presenta como pequeñas lesiones en forma de gota; la psoriasis inversa, que afecta principalmente las áreas de pliegues cutáneos como axilas y ingles; la psoriasis pustulosa, caracterizada por ampollas llenas de pus; y la psoriasis eritrodérmica, que es una forma severa y rara que cubre grandes áreas del cuerpo con un enrojecimiento intenso y descamación.
Los factores que pueden desencadenar o agravar la psoriasis incluyen infecciones, estrés, lesiones en la piel, ciertos medicamentos, y cambios hormonales. La enfermedad también tiene un componente genético, ya que es más probable que ocurra en individuos con antecedentes familiares de psoriasis.
La psoriasis no solo afecta la piel, sino que también puede tener un impacto significativo en la calidad de vida del paciente. Las personas con psoriasis pueden experimentar picazón, dolor y una sensibilidad extrema en las áreas afectadas. Además, la apariencia visible de la enfermedad puede llevar a problemas emocionales y sociales, incluyendo baja autoestima y depresión.
Aunque no existe una cura para la psoriasis, hay varias opciones de tratamiento disponibles que pueden ayudar a controlar los síntomas y mejorar la apariencia de la piel. Estos tratamientos incluyen cremas y ungüentos tópicos, terapias de luz, y medicamentos sistémicos que afectan todo el cuerpo. La elección del tratamiento depende de la severidad de la psoriasis, la extensión de la piel afectada y la respuesta del paciente a tratamientos previos.