El síndrome de intestino irritable (SII) es un trastorno funcional crónico del tracto gastrointestinal, caracterizado por dolor abdominal recurrente y alteraciones en los hábitos intestinales sin una causa orgánica identificable. Afecta predominantemente al intestino grueso y puede manifestarse con una variedad de síntomas que incluyen dolor o malestar abdominal, distensión, diarrea, estreñimiento o una alternancia de ambos.
El dolor abdominal en el SII suele describirse como cólico y se alivia con la defecación. La intensidad y la localización del dolor pueden variar ampliamente entre los individuos. La distensión abdominal es frecuente y se asocia a menudo con la sensación de hinchazón o aumento del perímetro abdominal. En términos de hábitos intestinales, los pacientes pueden experimentar diarrea, estreñimiento o una alternancia de estos dos síntomas, lo que complica el diagnóstico y el manejo del trastorno.
Aunque la etiología exacta del SII no se comprende completamente, se cree que una combinación de factores juega un papel significativo en su desarrollo. Estos factores incluyen alteraciones en la motilidad intestinal, hipersensibilidad visceral, inflamación de bajo grado, alteraciones en la microbiota intestinal y factores psicológicos como el estrés y la ansiedad. La interacción compleja entre el sistema nervioso central y el tracto gastrointestinal, conocida como eje intestino-cerebro, también es crucial en la patogénesis del SII.
El diagnóstico del SII se basa principalmente en criterios clínicos, como los Criterios de Roma IV, que especifican la presencia de dolor abdominal recurrente al menos una vez por semana en los últimos tres meses, asociado con dos o más de los siguientes: relación con la defecación, cambio en la frecuencia de las deposiciones y cambio en la forma o apariencia de las heces. Es importante excluir otras enfermedades orgánicas que pueden presentar síntomas similares, como la enfermedad inflamatoria intestinal, la enfermedad celíaca y la intolerancia a la lactosa, mediante pruebas diagnósticas apropiadas.
El manejo del SII es multifacético e individualizado, y puede incluir modificaciones en la dieta, terapia farmacológica y abordajes psicológicos. Las modificaciones dietéticas, como la dieta baja en FODMAPs, pueden ayudar a reducir los síntomas en algunos pacientes. Los medicamentos pueden incluir antiespasmódicos, laxantes, antidiarreicos y agentes moduladores del sistema nervioso central. Además, las terapias psicológicas, como la terapia cognitivo-conductual, pueden ser beneficiosas para aquellos pacientes cuyo SII está asociado con estrés o trastornos psicológicos.
A pesar de la ausencia de una cura definitiva, muchos pacientes pueden lograr un control significativo de sus síntomas mediante un enfoque integral y personalizado.