El síndrome nefrótico es un conjunto de síntomas que indican un mal funcionamiento de los riñones, específicamente en la filtración glomerular. Se caracteriza por una pérdida excesiva de proteínas en la orina, conocida como proteinuria, que supera los 3.5 gramos por día. Este trastorno puede ser causado por diversas enfermedades subyacentes que afectan la estructura y la función de los glomérulos, las unidades filtrantes del riñón.
Una de las principales manifestaciones del síndrome nefrótico es la hipoalbuminemia, que es una disminución de los niveles de albúmina en la sangre debido a la pérdida de proteínas. La albúmina es una proteína esencial que mantiene la presión oncótica, ayudando a mantener el equilibrio de líquidos entre los vasos sanguíneos y los tejidos. Su deficiencia provoca edema, es decir, la acumulación de líquidos en diferentes partes del cuerpo, especialmente en las piernas, los tobillos y alrededor de los ojos. Otro síntoma importante es la hipercolesterolemia, que es un aumento en los niveles de colesterol en la sangre, un fenómeno que ocurre como una respuesta del hígado para compensar la pérdida de proteínas.
El síndrome nefrótico puede ser primario, cuando se origina en el propio riñón sin otra enfermedad sistémica subyacente, o secundario, cuando es consecuencia de otras enfermedades sistémicas como la diabetes mellitus, el lupus eritematoso sistémico o infecciones crónicas. En los niños, la causa más común del síndrome nefrótico primario es la enfermedad de cambios mínimos, mientras que en los adultos, la glomerulonefritis membranosa y la glomeruloesclerosis segmentaria y focal son causas frecuentes.
El diagnóstico del síndrome nefrótico se basa en análisis de orina que muestran una proteinuria significativa, niveles bajos de albúmina en sangre, y signos clínicos como edema. Además, es común realizar una biopsia renal para identificar la causa subyacente del daño glomerular. Este procedimiento implica la extracción de una pequeña muestra de tejido renal para ser examinada al microscopio, lo que permite una evaluación detallada de la estructura glomerular y la identificación de enfermedades específicas.
El manejo del síndrome nefrótico incluye el tratamiento de la enfermedad subyacente, cuando es conocida, y medidas para controlar los síntomas. Esto puede incluir el uso de diuréticos para reducir el edema, inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) o bloqueadores de los receptores de angiotensina (ARA II) para reducir la proteinuria y el control de los niveles de colesterol mediante estatinas.
El pronóstico del síndrome nefrótico varía según la causa subyacente y la respuesta al tratamiento. En algunos casos, especialmente en los niños con enfermedad de cambios mínimos, puede haber una remisión completa con tratamiento adecuado. Sin embargo, en otras condiciones, el síndrome nefrótico puede progresar a insuficiencia renal crónica si no se maneja de manera efectiva.