El síndrome de fatiga crónica (SFC), también conocido como encefalomielitis miálgica, es una enfermedad compleja y debilitante caracterizada por una fatiga extrema que no se alivia con el descanso y que empeora con la actividad física o mental. Afecta significativamente la capacidad de las personas para llevar a cabo sus actividades diarias y puede persistir durante seis meses o más. El SFC afecta tanto a adultos como a niños, aunque es más común en mujeres de mediana edad.
La etiología del SFC es multifactorial y aún no completamente comprendida. Se han propuesto varias teorías, incluidas infecciones virales, alteraciones del sistema inmunológico, disfunciones endocrinas y factores genéticos. Algunas investigaciones sugieren que puede existir una predisposición genética que, combinada con ciertos desencadenantes ambientales o infecciosos, puede aumentar el riesgo de desarrollar la enfermedad.
El diagnóstico del SFC es clínico y se basa en la exclusión de otras condiciones médicas que puedan causar síntomas similares. No existe una prueba específica para el SFC, por lo que los profesionales de la salud deben basarse en una cuidadosa evaluación de los síntomas y en el historial médico del paciente. Los criterios diagnósticos incluyen la presencia de fatiga severa durante al menos seis meses, acompañada de otros síntomas como trastornos del sueño, dolor muscular y articular, problemas de memoria y concentración, dolor de garganta recurrente y ganglios linfáticos sensibles.
El curso de la enfermedad puede variar considerablemente entre los pacientes. Algunos experimentan una mejoría gradual con el tiempo, mientras que otros pueden sufrir episodios recurrentes de síntomas debilitantes. La gestión del SFC se centra en el alivio de los síntomas y en mejorar la calidad de vida de los pacientes. Esto puede incluir enfoques multidisciplinarios que involucran médicos, fisioterapeutas, psicólogos y otros profesionales de la salud.
Es fundamental que los pacientes con SFC reciban un apoyo adecuado y comprendan que su enfermedad es real y debilitante. La educación sobre la condición, así como el acceso a recursos de apoyo, puede ayudar a los pacientes a manejar mejor su enfermedad y a reducir el impacto en sus vidas diarias. La investigación continua es esencial para comprender mejor el SFC y desarrollar tratamientos más efectivos.