El kernícterus es una forma grave de encefalopatía por bilirrubina que afecta a los recién nacidos. Esta condición es el resultado de niveles extremadamente altos de bilirrubina no conjugada en la sangre, lo que lleva a su acumulación en el tejido cerebral. La bilirrubina es un producto de desecho de la degradación de los glóbulos rojos y, normalmente, es procesada por el hígado y excretada en la bilis. Sin embargo, en los recién nacidos, especialmente en aquellos con ictericia severa, el hígado a menudo no es lo suficientemente maduro para manejar grandes cantidades de bilirrubina, lo que puede conducir a su acumulación en el sistema nervioso central.
La bilirrubina no conjugada es liposoluble, lo que le permite atravesar la barrera hematoencefálica e infiltrarse en el cerebro, particularmente en los ganglios basales y en otras áreas del sistema nervioso central. Una vez allí, la bilirrubina puede causar daño celular directo, inflamación y muerte neuronal, lo que resulta en síntomas neurológicos graves y permanentes.
Los síntomas del kernícterus pueden variar en función de la severidad del daño cerebral. En las primeras fases, los bebés pueden mostrar letargo, hipotonía (tono muscular disminuido) y dificultad para alimentarse. A medida que la condición progresa, pueden aparecer signos más graves como fiebre, llanto agudo, espasticidad (aumento del tono muscular), convulsiones y movimientos anormales. Los bebés afectados por kernícterus que sobreviven a la etapa aguda a menudo desarrollan secuelas neurológicas crónicas como parálisis cerebral, sordera, retraso mental, problemas de movimiento y dificultades en el aprendizaje.
El diagnóstico de kernícterus se basa en la evaluación clínica de los síntomas, la historia médica del recién nacido y los niveles séricos de bilirrubina. Las pruebas de laboratorio pueden mostrar hiperbilirrubinemia severa y se pueden realizar estudios de imagen como la resonancia magnética para evaluar el daño cerebral. Además, el diagnóstico diferencial debe considerar otras causas de encefalopatía neonatal, como infecciones, hipoxia o trastornos metabólicos.
La prevención es crucial, ya que una vez que el kernícterus se desarrolla, el daño neurológico es irreversible. Por tanto, es fundamental el monitoreo de los niveles de bilirrubina en recién nacidos con ictericia y el tratamiento oportuno de la hiperbilirrubinemia para prevenir la progresión a kernícterus.